El 30 de enero de 2020, la Organización Mundial de la Salud declaró que el brote de SARS-CoV-2 en China era una emergencia sanitaria pública de importancia internacional (1). Según la información proporcionada por el Centro de Control de enfermedades de China y en recientes publicaciones, la mayoría de los casos notificados provienen de la provincia de Hubei y el 80% ha presentado un grado leve de la enfermedad. La proporción de muertes entre los casos confirmados ha fluctuado entre el 2 y el 3%, siendo superior en Hubei que en el resto del país, que ha notificado una proporción del 0,4%. La mayoría de los casos detectados en China son pacientes mayores de 30 años, y entre los casos graves y fallecidos existe una alta proporción
de pacientes con comorbilidades y edad avanzada (2,3).
Hasta ese momento, se desconoce la fuente de infección y hay incertidumbre con respecto a la gravedad de la enfermedad y la capacidad de transmisión del virus. Por similitud con otros coronavirus conocidos, se cree que el SARS-CoV-2 se transmite principalmente por las gotas respiratorias de más de 5 micras y por contacto directo con las secreciones de las personas infectadas. Se están valorando otras posibles rutas de transmisión. El período de incubación de la enfermedad de los primeros casos se ha estimado en 2 a 14 días (4).
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