Candela nació hace ocho años con un síndrome nefrótico de origen genético. A los 20 meses, le diagnosticaron la enfermedad y empezaron los problemas que le condujeron a un primer trasplante de riñón a los cuatro años, contra el que se rebeló tan solo 24 horas después. A esta dura experiencia le siguieron cuatro años más de sesiones de diálisis. Los médicos no veían solución fácil a su problema pero no dejaron de buscarla.
Su rechazo al primer órgano trasplantado le produjo un cuadro de hipersensibilidad, es decir, generaba continuamente anticuerpos, lo que, a priori, suponía un problema importante para optar a recibir un segundo trasplante. Finalmente, gracias al programa nacional de trasplante renal cruzado, la pequeña pudo ser intervenida pese a la dificultad añadida de su hipersensibilidad y de que no había compatibilidad con el grupo sanguíneo del donante que se encontró. La proeza fue mayor, si cabe, porque la intervención se ejecutó en plena pandemia, con la sanidad en jaque por el ataque del SARS-CoV-2.
Desde que el pasado diciembre un equipo de cirujanos del Hospital Sant Joan de Déu de Esplugues de Llobregat (Barcelona) y del Hospital Clínic de Barcelona le trasplantaron con éxito el riñón, Candela lleva una vida totalmente normal, excepto por el tratamiento de inmunosupresión que deberá tomar de por vida. Sin embargo, en términos médicos es una auténtica excepción que sentará precedentes dentro de este tipo de intervenciones, tanto en pacientes adultos como en pediátricos. Su caso pasará a la historia como el primer trasplante renal cruzado pediátrico de grupo sanguíneo no compatible. Hasta la fecha se han realizado en España siete de estas características, pero todos en adultos.
Todos los intentos que se habían llevado a cabo para trasplantarle un nuevo riñón habían sido infructuosos hasta ahora porque la niña había desarrollado una alta tasa de anticuerpos contra posibles donantes de órganos. Ante la imposibilidad de que alguno de sus familiares pudiera donarle un riñón, el equipo médico que atendía a la paciente decidió incluirla en el año 2017 en el Programa de Trasplante Renal Cruzado de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), que ofrece a las personas que necesitan un trasplante y que disponen de un potencial donante incompatible la posibilidad de intercambiarlo con otra pareja.
El riñón de su padre era incompatible
En el caso de Candela, su padre donó su riñón a un paciente de Sevilla con el que era compatible porque no tenía compatibilidad con su hija, y Candela recibió el órgano de este paciente con la peculiaridad de que sus grupos sanguíneos eran incompatibles. El donante era de grupo sanguíneo A y Candela, de grupo 0.
La complejidad del caso residió, según han explicado los médicos, en la superposición de circunstanciasadversas: la incompatibilidad de grupo sanguíneo con el donante, el volumen del órgano recibido, que era de un adulto y debía caber en el cuerpo de una niña de 20 kilos de peso, y el proceso de supresión del sistema inmunitario de la paciente que requieren estas operaciones para evitar que se rechace el órgano recibido.
El director médico de Sant Joan de Déu, Miquel Pons, ha celebrado que «se sigue dando respuesta a la alta complejidad» incluso durante la pandemia de Covid-19, y su homólogo del Clínic, Antoni Castells, ha asegurado que la operación ha supuesto un hito científico, tecnológico y humano.
Para llevar a cabo la intervención, los cirujanos intentaron aprovechar las cicatrices de la primera cirugía. No fue fácil. La paciente fue preparada para la intervención. Le dieron el tratamiento de inmunosupresión que se prescribe antes de un trasplante (fármacos por vía oral e introvenosa) y luego le sometieron a un proceso de depuración de anticuerpos anti-A de la sangre de la niña que reaccionarían contra la sangre del donante.
Más de doce horas de operativo
El día de la intervención el padre de la Candela entró en quirófano, a primera hora de la mañana, en el Hospital Clínic de Barcelona donde los cirujanos le extrajeron el riñón. De manera paralela, el donante del riñón de la niña era intervenido en el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla. Poco después, los dos órganos eran transportados en avión en un vuelo especial para la intervención.
El trasplante duró cuatro horas -todo el operativo, incluida la extracción al donante y traslado del órgano, más de doce- y participaron una veintena de profesionales.
«Organizar un trasplante renal cruzado y a la vez aplicar la estrategia de desensibilización del grupo sanguíneo ha sido complejo y un gran reto, donde fue necesaria la participación de muchos compañeros de diferentes servicios, una gran implicación de enfermería, y la colaboración con los compañeros del Hospital Clínic. Pero finalmente hemos conseguido que la Candela estuviera preparada para recibir un órgano que hacía años que esperábamos», señala la doctora Yolanda Calzada, nefróloga de Hospital Sant Joan de Déu.
La intervención no fue fácil. «Se produjo una hemorragia y estuvimos preocupados. No solo la familia estuvo en jaque durante unos días», añade el responsable del servicio de Urología del Clínic, Antonio Alcaraz.
Al igual que el resto de profesionales implicados en la compleja intervención, Alcaraz celebra el «final feliz» de la historia. Alberto, padre de la pequeña protagonista, asegura que dar su rinón ha sido «la decisión más fácil» que ha tomado en su vida, y ha llamado a reflexionar sobre la solidaridad a través de los impuestos para sostener el sistema sanitario público.
«Ahora está muy de moda irse a Andorra para no pagar impuestos. Gracias a los impuestos se ha podido dar una segunda oportunidad a mi hija», concluye.
Fuente: ABC cataluña
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